Nos acaba de llegar otro relato de un ascenso a
través del correo electrónico, este lo firma Alejandro Dueñas.
Casi
dos semanas después, esto no hay quien se lo crea.
Viendo
la iniciativa que lanzó una gran peña como es Sangre Blanquiverde me animé a escribir unas breves líneas sobre mi
particular ascenso.
Podría
comenzar desde el primer partido de
liga, pero no lo haré, todos sabéis que temporada hemos tenido, con sus más,
con sus menos, es por ello que ahí queda. Si comenzaré por el Córdoba C.F.- Real
Madrid Castilla. Desde bien temprano con la blanquiverde puesta, me dirigí a
ejercer mi derecho al voto, encontrándome en la fila hacía la mesa un muchacho
con la camiseta del Madrid. Un fotógrafo nos pidió hacernos una foto y
posteriormente dijo “a ver si el próximo año viene el grande”, “ojalá”, pensé
yo. Después el partido, de estos que vas al estadio con más miedo que ganas, y
al final ganamos. Alegría.
Después
una semana algo larga y difícil, mucha tensión en el seno cordobesista, un
viaje con muchos quebraderos de cabeza y que, al final, el grupo al que
pertenezco (Incondicionales) logró sacar adelante. Desde aquí darle las gracias
a aquellos que lo hicieron posible, sabéis quienes sois. En el viaje bueno,
digamos que no faltaron sevillanas dedicadas, va por ustedes.
El
final del partido en Huelva trajo consigo un sentimiento muy negativo en
general, se esfumaba una oportunidad clave y clarísima de entrar en play-off.
¿Que
estábamos desanimados? No pasa nada, nos tocó dibujar barquitos, vaya semanita…
(sumándole exámenes de universidad. Fue una locura). Aquello salió, y nos
devolvió las ganas.
Llegó
el día, nervios, ganas de que aquello terminara. Y terminó, y yo casi sin
enterarme, tirado en las escaleras mirando al suelo. Otra cosa imposible.
Entramos en play-off, medio sueño cumplido. Tocaba lo más complicado.
El
partido de casa contra el Murcia acabó con un sabor algo más que agridulce, nos
los comimos, y nos la jugábamos fuera. ¿Qué estás en plenos exámenes y debería
estar estudiando? Pues rumbo a Murcia.
Demasiada
cerveza. Ese es mi resumen hasta la primera parada del camino. En la primera
parada unos filetes “empanaos” de sección Priego y una pedazo de tortilla de
sección tortillas. Siempre presentes. En aquella parada conocí a una persona
con la que me siento identificada desde hace un par de años. Estudia fuera de
casa, lejos de su Córdoba, como yo hice hace dos años, y los sentimientos de
añoranza eran idénticos. Don José Manuel Serrano, un placer.
Extásis,
nervios, extásis. Así se resume mi partido en Murcia. Me quedo con las lágrimas
de muchos compañeros de viaje y un asiento que me jugó una mala pasada. Me
libré por poquito. ¿Está lejos Murcia eh? Vaya viaje de vuelta…
Las
Palmas el próximo rival. Muchos jugadores de renombre, vamos que estábamos “acojonaos”. Un partido en casa un tanto
raro, superiores en algunos tramos, al igual que el equipo amarillo. Sensación
distinta a la salida comparada con la que tuvimos una semana antes.
Vaya
días hasta aquel domingo, madre mía. Mezcla entre optimismo, entre Pucela y
cartagenazo, algo inexplicable.
Habíamos
quedado todo el grupo, era el último partido, y terminara como terminara
teníamos que estar juntos. Comida, risas, cerveza, bromas, cuplés
carnavalescos, en fin, lo que es esto, un grupo de amigos. Y llegaron las 18:00h. Copa en mano me alejé del
barullo, desde la acera de enfrente intente no sufrir mucho, mientras ellos
cantaban, otros rezábamos.
Gol de
Las Palmas. Derrumbados la mayoría, los optimistas nos animaban diciendo que seguíamos
igual, que necesitábamos un gol. Llantos desconsolados, algún abogado al que
casi le pisa los pies un bus pero poco le importaba. Se nos escaba. Empezaron a
saltar y me hirvió la sangre, era una burla, un despropósito. Algo fuera de
lugar en este deporte. “Estos …. van a estar el año que viene en primera…”
gritaba sin cesar. Se desataron los nervios, era inevitable. La sorpresa vino
cuando el partido se reanudó, en un despeje la cogió Juan Carlos y… “vamos a
ver Juan Carlos pégale arriba con el alma, la va a pelear Pelayo, Pelayo es el
que se hace con el esférico, a ver lo que hace el jugador del codo fastidiado,
balón al segundo palo, balón al segundo palo… GOOOOOOOOOOOL!” Corrí, como si de
un preso tras 42 años de condena se tratase, corrí calle abajo, volando hacia
el infinito, acompañado por otros locos con lágrimas en los ojos. Y de volar al
asfalto, nos abrazamos, nos tiramos a la calle, a lo que fuera. Lo habíamos
conseguido.
Permitidme
que utilice el audio de Javier Bonache, me impactó mucho ese “¡No me digas!”
que se escucha de fondo, relatando la incredulidad que recorrió toda Córdoba.
Lo
admito, no solté ni una lágrima. Sigo en estado de shock, y es que casi dos
semanas después, esto no hay quien se lo crea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario