Nuestra segunda firma invitada la conoce todo el cordobesismo, Antonio David Jiménez, periodista. Ama la radio, y en especial la narración de los partidos, como el que más. Sus apodos son conocidos por todos, a nosotros, Sangre Blanquiverde, nos denomina la Galia y este es su relato.
Un sentimiento de todos
Alguien me pidió el domingo por la noche, una semana
después, que explicara lo que sentí en ese momento. No pude. Sí, no pude
sentir, porque todo en mí fue un sentimiento. A los pocos segundos de que Uli
Dávila marcara en el Gran Canaria vi a mi hermana al lado. No había mucho que
decir: flotaron sueños de niñez compartidos, esas preguntas mil veces
efectuadas por ella. Pero había más. Pensar cómo estaría mi padre en casa, cómo
fue su reacción. Y, por supuesto, poner la mente en mi abuelo Paco. Él que me
enseñó lo que es ser del Córdoba. Que me explicó que se podía ser de mil
equipos o mil uno, pero con el Córdoba siempre por delante. Imaginé que desde
ese cielo teñido de blanco y verde se fundió en un abrazo con su inseparable
Litri. No sé, pero me da que hasta que no volvieran a juntarse, el Córdoba no
volvería a jugar en la Primera División.
Y tuve suerte. Mucha, demasiada: toda. Por mi trabajo, que
roza la pasión, soñaba que algún día iba a cantar el gol del ascenso del
Córdoba a Primera. Pero últimamente lo veía muy lejano por culpa de los
caprichos de Roures o de que las emisoras no daban el paso al frente. Al final,
un giro del destino (y algo de perseverancia por mi parte) me hicieron el
regalo más increíble de toda mi vida. Ese balón interior, divisar que López
Silva estaba solo, como también Raúl Bravo. Al no escucharme Pelayo, no le
mencioné (perdón) pero puso un centro que sólo podía acabar en gol. Bravo
remató como pudo y el resto, con la bota de Uli Dávila, hicimos lo demás.
Porque sé que le pusimos todo en ese momento mágico, único. Ese celestial “hail
Mary” (si no meto algo de la NFL no soy yo). Ya digo: no pude sentir porque fue
un sentimiento.
@ADJimenez32
@ADJimenez32
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